jueves, 3 de febrero de 2011

Incosciente colectivo

La mecha se ha encendido en el norte de África y, como un reguero de pólvora libertaria, un inconsciente colectivo que grita libertad se extiende de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, de estado en estado. En un mundo globalizado como es el nuestro, donde todo está al alcance de un clic, detener el avance de la democracia es impensable. En estos días vivimos momentos históricos convirtiéndonos en testigos televisivos de una revolución popular pacifica. El pueblo ha dicho basta, y hombres y mujeres sin importar condición social o económica, se levantan en palabras y gestos en contra del totalitarismo.

El último faraón de Egipto está a punto de caer; en Túnez ya ha caído la dictadura; Argelia, Yemen, Palestina y Marruecos miran de reojo a sus vecinos y rezan para que los defensores de Mubarak ganen su carga de “camelleria” ligera en Egipto y el faraón se mantenga en el poder. Túnez, aún siendo el origen de la revuelta, no importa tanto; pero Egipto es el gran estado norteafricano, el que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, de Europa y de Israel. Los estados occidentales y primer mundistas veían en Egipto el modelo a defender en el norte de África: estados dónde la falsa democracia mantenía una aparente estabilidad a costa de la libertad de su pueblo y siempre es mejor eso que un estado islámico fuerte. Incluso ahora, cuando la llama ya está prendida,  hay voces que hablan de la llegada del radicalismo al norte de África y de la creación de estados teocráticos como pueda ser Irán, pero se olvidan de una cosa: el pueblo se ha movilizado através de las redes sociales, y los políticos y los “Hermanos Musulmanes” se han subido al carro después.

La libertad no se puede detener, internet es una ventana que nos une a todos, que lleva la cultura global a cada rincón del planeta. Y cuando la situación se estabiliza, cuando mejora, cuando ya no falta la comida, cuando la guerra es un fantasma lejano,... el hombre busca seguir su camino y la evolución lógica es luchar por las libertades personales. Eso ha ocurrido en el norte de África y, en la era de la información digital, la revolución ha venido de la mano de la red de redes. Una red que se extiende inexorablemente hacia la libertad, sin poder ser controlada por gobiernos ni estados.

Y mientras eso ocurre a unos cientos de kilométros al sur, nosotros, jóvenes con ínfulas gafapastistas, nos miramos el ombligo y arreglamos el mundo alrededor de una mesa llena de cervezas disfrutando de lo que ganaron nuestros padres y sin pensar que  ahora nos toca defender, y luchar por mejorar, lo que ya tenemos.


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